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Alimentación y Nutrición: Aliméntate de forma equilibrada, variada, suficiente y de calidad. Prioriza frutas, verduras, hortalizas, pescado, aceite de oliva virgen extra, carnes blancas, cereales integrales y lácteos desnatados. Reduce el consumo de alimentos procesados, bollería, embutidos, mantequillas, margarinas, refrescos y carnes rojas.

Ejercicio Físico: Dedica al menos 30 minutos diarios o 150 minutos a la semana a la actividad física. Encuentra una actividad que disfrutes, como caminar, bailar, correr o andar en bicicleta.

Dejar de Fumar: No fumes. Cualquier cantidad de cigarrillos aumenta el riesgo de enfermedades como infartos, ictus y cáncer.

 Moderación en el Consumo de Alcohol: La OMS recomienda no superar dos medidas de alcohol al día en hombres y una en mujeres. Sin embargo, lo mejor es evitarlo por completo.

 Control del Peso y Grasa Abdominal: Calcula tu Índice de Masa Corporal (IMC) y mide tu perímetro abdominal. Mantén un IMC saludable y un perímetro abdominal dentro de los límites recomendados.

 Control de la Tensión Arterial: Realiza un control anual y verifica que tu tensión arterial sea inferior a 140/90 mmHg. Reduce el consumo de sal a no más de 5 gramos al día.

Control del Colesterol y Glucosa: Si tus cifras están por encima de 200 mg/dl de colesterol total o 110 mg/dl de glucosa, consulta con un especialista.

 Hidratación: Consume al menos 2 litros de líquidos al día, preferentemente agua. Evita los jugos azucarados, refrescos y alcohol.

Gestión del Estrés: Aprende a controlar el estrés y la ansiedad. Prioriza el sueño reparador, ya que el sueño ineficiente afecta al peso, la obesidad y el estrés.

 Chequeos Regulares: La prevención es clave. Realiza chequeos médicos periódicos para detectar posibles problemas a tiempo.