La retinopatía diabética ocurre cuando el nivel excesivo de glucosa en la sangre perjudica los vasos sanguíneos de la retina, que es la capa de tejido sensible a la luz situada en el fondo del ocular. Los vasos sanguíneos pueden dilatarse, presentar fugas, bloquearse o expandirse de manera irregular. Esto puede perjudicar la visión y, en situaciones severas, provocar ceguera.
Tipos de retinopatía diabética
Hay dos clases fundamentales de retinopatía diabética:
- Retinopatía diabética no proliferativa: es la manifestación más frecuente y menos severa. Se distingue por la aparición de microaneurismas (pequeñas fisuras en los vasos sanguíneos), sangrados (sangrados), exudados (depósitos de líquido o grasa) y edema macular (inflamación de la región central de la retina). Estas modificaciones pueden impactar en la visión, especialmente si el edema macular es relevante.
- Retinopatía diabética proliferativa: representa el estado más progresivo y severo. Ocurre cuando los vasos sanguíneos lesionados causan una escasez de oxígeno en la retina, lo que fomenta la aparición de nuevos vasos sanguíneos anómalos (neovascularización). Estos vasos recientes son delicados y pueden causar sangrados en el interior del ojo o causar cicatrices que desprenden la retina y la desprenden. Esto podría provocar una grave disminución de la visión o incluso la ceguera.
Terapia de la retinopatía por diabetes
El tratamiento de la retinopatía diabética depende del tipo y la gravedad de la enfermedad. El objetivo es prevenir o retrasar el avance de la enfermedad y preservar la visión. Algunas opciones de tratamiento son:
- Control estricto de la glucemia: es fundamental para prevenir o retrasar el daño en los vasos sanguíneos de la retina. Se debe seguir una dieta equilibrada, hacer ejercicio regularmente, tomar los medicamentos indicados y medir los niveles de azúcar en sangre con frecuencia.
- Fotocoagulación con láser: es un procedimiento que usa un rayo láser para sellar los vasos sanguíneos que tienen fugas o para reducir el crecimiento de nuevos vasos anormales. Se realiza con anestesia local y puede requerir varias sesiones. Puede ayudar a estabilizar o mejorar la visión, pero también puede causar algunos efectos secundarios, como disminución de la visión nocturna o periférica.
- Inyecciones intravítreas: consiste en inyectar medicamentos dentro del ojo para reducir el edema macular o para inhibir el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos. Los medicamentos más usados son los corticoides y los antiangiogénicos. Se realizan con anestesia local y pueden requerir varias aplicaciones. Pueden mejorar la visión, pero también pueden causar algunos efectos secundarios, como infecciones, cataratas o glaucoma.
- Vitrectomía: es una cirugía que consiste en extraer el vítreo, que es el gel transparente que llena el interior del ojo. Se realiza cuando hay hemorragias graves o desprendimiento de retina por tracción. Se sustituye el vítreo por una solución salina o un gas que se reabsorbe con el tiempo. Puede restaurar la visión, pero también puede causar algunos efectos secundarios, como cataratas, infecciones o glaucoma.