El estrés es una condición que se ha vuelto crónica para muchas personas: un estilo de vida agitado y sedentario, con poco tiempo libre, y con preocupaciones y obligaciones continuas, se expresan en forma de estrés.
En pequeñas dosis puede ser útil, ayudándonos a reaccionar ante desafíos. Sin embargo, cuando se vuelve crónico, puede tener efectos devastadores sobre la salud física y emocional, especialmente en el sistema cardiovascular¹.
Cuando vivimos con estrés, el cuerpo activa el sistema nervioso simpático y suelta hormonas como el cortisol y la adrenalina. Estas sustancias aumentan la frecuencia cardíaca, suben la presión arterial y crean vasoconstricción, dejando al cuerpo listo para una “respuesta de lucha o huida”². Si esto se mantiene en el tiempo, daña las paredes de los vasos sanguíneos, ayudando a la inflamación, y a la distorsión del ritmo cardíaco³.
Muchos estudios demuestran que el estrés crónico significa mayor riesgo de hipertensión, arritmias, infarto agudo de miocardio y accidentes cerebrovasculares⁴. Tabién se ha visto que el estrés emocional fuerte puede causar síndrome de Takotsubo, o lo que es lo mismo: “cardiopatía por estrés”, una condición que imita los síntomas de un infarto⁵.
El estrés no solo afecta el corazón directamente, sino que también influye en los hábitos de vida. Las personas estresadas tienden a fumar más, consumir mucho alcohol, comer comida chatarra y no hacer ejercicio físico. Además, el estrés puede alterar los patrones de sueño y aumentar la probabilidad de desarrollar ansiedad o depresión, lo que agrava aún más el riesgo cardiovascular⁶.
Personas con trabajos pesados o demandantes, cuidadores, gente con trastorno de ansiedad, o que están en momentos de duelo, crisis económicas o conflictos familiares, son más vulnerables al estrés⁷. En Ecuador, por ejemplo, estudios muestran que el estrés laboral y financiero se relaciona de forma íntima con el riesgo de enfermedades cardiovasculares en adultos jóvenes y de mediana edad⁸.
Hay relación directa entre nuestro estado emocional y nuestro cuerpo, por eso hay síntomas físicos que alertan del estrés: palpitaciones, presión arterial elevada, dolor en el pecho, fatiga, insomnio y tensión muscular. Si estos síntomas vienen con frecuencia, hay que buscar ayuda profesional⁹.
Combatir el estrés es posible, y hacerlo puede marcar una gran diferencia en tu salud cardiovascular. Aquí algunas recomendaciones:
🧘♂️ Haz ejercicios de relajación, respiración profunda, meditación o yoga.
🚶♀️ Haz actividad física moderada al menos media hora al día.
🥗 Ten una dieta equilibrada rica en frutas, verduras y grasas saludables.
💤 Establece rutinas de sueño y evita el consumo excesivo de cafeína y alcohol.
🤝 Busca apoyo emocional en familiares, amigos o profesionales de salud mental.
📵 Reduce el uso excesivo de pantallas y redes sociales, que pueden aumentar la ansiedad.
El estrés no es solo un problema emocional: es un factor de riesgo cardiovascular que merece atención. Reconocerlo y gestionarlo puede marcar la diferencia entre una vida saludable y una enfermedad silenciosa. Cuidar tu salud mental es cuidar tu corazón.
Referencias
¹ Ocronos – El impacto del estrés en la salud cardiovascular
² Portales Médicos – Estrés crónico y salud cardiovascular
³ Muy Salud – Efectos del estrés en el sistema cardiovascular
⁴ American Heart Association – Stress and Heart Health
⁵ Cleveland Clinic – How Stress Affects Your Heart
⁶ Harvard Health – The impact of stress on your heart
⁷ WHO – Mental health and cardiovascular disease
⁸ Universidad Central del Ecuador – Estrés laboral y enfermedades cardiovasculares
⁹ Mayo Clinic – Stress management