La alimentación y la nutrición son aspectos fundamentales para mantener una buena salud y calidad de vida en todas las etapas de la vida, pero especialmente en la vejez. Con el paso de los años, el organismo experimenta una serie de cambios fisiológicos, psicológicos y sociales que afectan a las necesidades y hábitos alimentarios de las personas mayores. Por eso, es importante adaptar la dieta a las características y condiciones de cada persona, teniendo en cuenta sus preferencias, gustos y recursos.
Los objetivos de una alimentación y nutrición adecuadas para los adultos mayores son:
- Prevenir o tratar las enfermedades crónicas, como la diabetes, la hipertensión, la osteoporosis o el colesterol alto.
- Evitar la desnutrición, la obesidad y la sarcopenia (pérdida de masa muscular).
- Mantener o mejorar el estado físico, mental y emocional.
- Favorecer la autonomía, la independencia y la integración social.
Para lograr estos objetivos, se recomienda seguir una serie de pautas generales:
- Comer de forma variada y equilibrada, incluyendo alimentos de todos los grupos: cereales integrales, frutas, verduras, legumbres, frutos secos, lácteos descremados o enriquecidos con calcio y vitamina D, carnes magras, pescados azules y blancos, huevos y aceite de oliva virgen extra.
- Moderar el consumo de alimentos ricos en grasas saturadas y trans, azúcares añadidos y sal. Estos alimentos pueden aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y otras complicaciones. Se deben evitar los productos procesados, fritos, dulces, refrescos y alcohol.
- Aumentar el consumo de alimentos ricos en proteínas de alto valor biológico, como las carnes magras, los pescados, los huevos y los lácteos. Las proteínas son esenciales para mantener la masa muscular y evitar la sarcopenia. Se recomienda consumir entre 1 y 1,2 gramos de proteína por kilogramo de peso al día.
- Aumentar el consumo de alimentos ricos en fibra, como las frutas, las verduras, los cereales integrales y las legumbres. La fibra ayuda a regular el tránsito intestinal, prevenir el estreñimiento y controlar el colesterol y el azúcar en sangre. Se recomienda consumir entre 25 y 30 gramos de fibra al día.
- Aumentar el consumo de alimentos ricos en calcio, magnesio y hierro. Estos minerales son importantes para mantener la salud ósea, muscular y sanguínea. El calcio se encuentra principalmente en los lácteos descremados o enriquecidos con calcio y vitamina D, las verduras de hoja verde y las sardinas. El magnesio se encuentra en los frutos secos, las semillas, los cereales integrales y las legumbres. El hierro se encuentra en las carnes rojas magras, los pescados azules, los huevos y las legumbres. Se recomienda consumir entre 800 y 1200 miligramos de calcio al día1, entre 225 y 280 microgramos de magnesio al día2 y 10 microgramos de hierro al día3.
- Beber suficiente agua u otros líquidos sin azúcar ni alcohol. El agua es vital para el funcionamiento del organismo y para prevenir la deshidratación. Con la edad se pierde la sensación de sed y se puede reducir el consumo de líquidos. Se recomienda beber entre 6 y 8 vasos de agua al día o más si hace calor o se realiza actividad física.
Estas son algunas recomendaciones generales que pueden ayudar a mejorar la alimentación y la nutrición de los adultos mayores. Sin embargo, es importante tener en cuenta que cada persona es diferente y que puede tener necesidades específicas según su estado de salud, sus medicamentos o sus alergias. Por eso, es conveniente consultar con un médico o un nutricionista antes de hacer cambios en la dieta.
La alimentación y la nutrición son factores clave para el bienestar de los adultos mayores. Una dieta saludable y adaptada a las necesidades de cada uno puede ayudar a prevenir o tratar enfermedades, mejorar la calidad de vida y disfrutar de la vejez con plenitud.